miércoles, 27 de octubre de 2010

Las uvas y las patatas de nuestros abuelos


A pesar de que una visita al supermercado podría hacernos pensar lo contrario, resulta que en los últimos cien años ha desaparecido la mayor parte de las variedades de vegetales comestibles que cultivaban nuestros ancestros.
Infinidad de variedades de olivos, viñas, frutales, tubérculos y cereales han desaparecido como consecuencia de la industrialización del campo, debido al empleo de variedades de esas mismas especies más productivas, más resistentes a las plagas o simplemente más comerciales.
La FAO ha constatado este proceso en su Segundo informe del estado de los recursos fitogenéticos para la alimentación y la agricultura en el mundo, en el que afirma que hay una continua extinción de biodiversidad agrícola, una reducción dramática de cultivos alimentarios tradicionales. En concreto afirma que nada menos el 75 por ciento de la diversidad agrícola se perdió entre 1900 y 2000.  
Aporta algunos datos muy interesantes: en la actualidad tan sólo cinco variedades de arroz suministran el 95 por ciento del total de las cosechas de los principales países productores (al parecer existen nada menos que 1.400 variedades de este cereal)

Esta pérdida de biodiversidad agrícola podría suponer una seria amenaza para la seguridad alimentaria de la humanidad, especialmente en un escenario de cambio climático: quizás entre esas variedades desaparecidas o en proceso de extinción se encuentren los cultivos de elevado rendimiento y resistencia al calor o la sequía que podrían asegurar nuestra subsistencia en el futuro.

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