Mucha conciencia y mucho morro

“La conciencia medioambiental de los españoles se caracteriza por su debilidad”; una frase muy diplomática cuyo significado real es que los ciudadanos de este país tienen much conciencia de boquilla y mucha autocomplacencia.

Otra sentencia con mucha enjundia: “el ciudadano expresa valores ambientales, pero no los realiza en la práctica”.

Ambas se encuentran en el apartado de conclusiones del estudio “Conciencia ambiental en España”, publicado recientemente por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS)., y en el que podemos encontrar un análisis desolador sobre las opinión y actitudes de los ciudadanos de este país sobre el ecologismo y la naturaleza.

Sigo con la citas, que se explican por si mismas: “si consideramos al ciudadano ecológico como aquel en quien concurren no sólo el cumplimiento de las obligaciones legales ambientales, sino también un cierto número de virtudes morales y disposiciones prácticas hacia el entorno, puede afirmarse que el ciudadano ecológico español –todavía- no existe”.

En el estudio también se afirma que no estamos bien informados sobre los problemas medioambientales y  que recibimos la mayor parte de la información sobre los mismos a través de la televisión. Además, consideramos que se tratan de cuestiones que deben ser solucionadas por las distintas administraciones.

Todo ello no les resulta extraño a los autores: “este déficit de información y sofisticación analítica encaja con los datos más generales de información política y niveles de lectura en la sociedad española”.

Por esto y por muchas otras razones se atreven a dar un consejo contundente: dado que “no se puede esperar mucho” del ciudadano español como ciudadano ecológico, habría que utilizar políticas públicas que combinen la educación y la punición, “exigir la cooperación y fomentar la virtud”.

Un estudio de lectura muy recomendable, aunque un poco deprimente.