El Golfo de México, Hungria, la selva amazónica, los manglares... el jardín de la esquina, el parque del barrio, las afueras de la ciudad, la costa... Pese a lo que digan muchos informadores medioambientales, si hay mucha información sobre el medio ambiente en los medios tradicionales, y mucha más en las redes sociales.
Lo que deberíamos plantearnos es si esa información, sea escasa o sea excesiva, realmente esta logrando el objetivo de comunicar adecuadamente, si estamos ayudando a incrementar la conciencia ecológica o cambiar los habitos de consumo de los ciudadanos.
Quizás deberíamos plantearnos en primer lugar si estos ciudadanos están sufriendo del curioso fenómeno de la "hipermetropía medioambiental" (Uzzell, 2000) o tal vez se trate de presbicia medioambiental, un concepto que me atribuyo y que viene a significar que el exceso de información mal digerida sobre desastres, huellas ecológicas y hábitos de reciclado, entre otras muchas cosas, produce una visión borrosa del conjunto del problema.
(La hipermetropía medioambiental define un curioso fenómeno: los problemas ambientales son percibidos como más graves cuanto más alejados se encuentren del perceptor, al tiempo que se siente una responsabilidad menor o impotencia ante su posible solución).
Mientras buscamos nuevos formatos y narrativas, creo que algunos axíomas siguen teniendo plena vigencia, como aquello de que una imagen vale más que mil palabras. Por ello, y este es el objeto de esta larga parrafada, quizás nada pueda ilustrar mejor la magnitud de la catástrofe de Hungría queas imágenes de la NASA que acompaña este texto.
En esta misma línea, aquí dejo la dirección de la BBC en la que se hace una proyección del tamaño real de catástrofes como el vertido del Golfo de México o las inundaciones de Pakistán (asombroso, en longitud sería el equivalente de la distancia entre Málaga y Bruselas).
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